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Este miércoles hay una nueva cita, desde casa, con Círculos de Silencio

Publicado:
28 abril, 2020

El Secretariado Diocesano para las Migraciones, junto a Cáritas Diocesana, nos invita a participar desde casa en los llamados Círculos de Silencio, rezando en familia por los migrantes, refugiados y todas las personas excluidas de nuestra sociedad. Desde casa, a partir de las 19.00 horas, se invita a escuchar la canción propuesta, leer el manifiesto y reflexionar durante 20 minutos.
A continuación, puedes leer el manifiesto de este miércoles, 29 de abril:
MANIFIESTO DEL CÍRCULO DE SILENCIO EN CASA
Miércoles, 29 de abril
En la noche de un mundo que enfrentaba ya desafíos cruciales y que ahora se encuentra abrumado por la pandemia del Covid-19, resuena un grito de ESPERANZA:
QUEREMOS ESTAR CON LAS VÍCTIMAS MÁS VULNERABLES DE ESTA SITUACIÓN
Pensamos en primer lugar en los que han sido afectados directamente por el coronavirus: los enfermos, los que han fallecido y las familias que lloran por la muerte de sus seres queridos, y que en algunos casos ni siquiera han podido darles el último adiós.
En estas semanas, la vida de millones de personas cambió repentinamente. Para muchos, permanecer en casa ha sido una ocasión para reflexionar, para detener el frenético ritmo de vida, para estar con los seres queridos y disfrutar de su compañía. Pero también es para otros muchísimos un tiempo de preocupación y sufrimiento por el presente y el futuro que se presenta incierto, por el trabajo que corre el riesgo de perderse y por las demás consecuencias que la crisis actual trae consigo.
Este no es el tiempo de la indiferencia, porque el mundo entero está sufriendo y tiene que estar unido para afrontar la pandemia. Pensamos en todos los pobres, en quienes viven en las periferias, en los prófugos, en los migrantes y en los que no tienen un hogar. Que estos hermanos y hermanas más débiles no se vean abandonados y olvidados una vez más. Considerando las circunstancias, que se relajen además las sanciones internacionales de los países afectados, que les impiden ofrecer a los propios ciudadanos una ayuda adecuada, y se afronten —por parte de todos los Países— las grandes necesidades del momento, reduciendo, o incluso condonando, la deuda que pesa en los presupuestos de aquellos más pobres.
Este no es el tiempo del egoísmo, porque el desafío que enfrentamos nos une a todos y no hace acepción de personas. Pensando en la Unión Europea, pedimos que las antiguas rivalidades no recobren fuerza, sino que todos se reconozcan parte de una única familia y se sostengan mutuamente. Es la única alternativa al egoísmo de los intereses particulares y a la tentación de volver al pasado, con el riesgo de poner a dura prueba la convivencia pacífica y el desarrollo de las próximas generaciones.
Este no es tiempo de la división. Pedimos a quienes tienen responsabilidades en los conflictos, que tengan la valentía de adherirse al llamamiento por un alto el fuego global e inmediato en todos los rincones del mundo. No es este el momento para seguir fabricando y vendiendo armas, gastando elevadas sumas de dinero que podrían usarse para cuidar personas y salvar vidas. Que sea en cambio el tiempo para poner fin a la larga guerra que ha ensangrentado a Siria, al conflicto en Yemen y a las tensiones en Irak, como también en el Líbano. Que este sea el tiempo en el que los israelíes y los palestinos reanuden el diálogo, y que encuentren una solución estable y duradera que les permita a ambos vivir en paz. Que acaben los sufrimientos de la población que vive en las regiones orientales de Ucrania. Que se terminen los ataques terroristas perpetrados contra tantas personas inocentes en varios países de África.
Este no es tiempo del olvido. Que la crisis que estamos afrontando no nos haga dejar de lado a tantas situaciones de emergencia que llevan consigo el sufrimiento de muchas personas. Queremos estar cercanos a las poblaciones de Asia y África que están atravesando graves crisis humanitarias; a tantas personas refugiadas y desplazadas a causa de guerras, sequías y carestías; a los numerosos migrantes y refugiados —muchos de ellos son niños—, que viven en condiciones insoportables, por ejemplo, en Libia y en la frontera entre Grecia y Turquía. Pedimos que se alcancen soluciones prácticas e inmediatas para las poblaciones de tantos países que sufren a causa de su grave coyuntura política, socioeconómica y sanitaria.
Las palabras que realmente queremos escuchar en este tiempo no son indiferencia, egoísmo, división y olvido. ¡Queremos suprimirlas para siempre! Esas palabras prevalecen cuando triunfan el miedo y la muerte.
NOSOTROS APOSTAMOS POR LA SOLIDARIDAD, LA LIBERTAD Y LA VIDA, EMPEZANDO POR LOS MÁS VULNERABLES
(Palabras del Papa Francisco, en la bendición universal del Domingo de Pascua)

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